15 Junio 2018
La espondilitis anquilosante es una enfermedad caracterizada por un curso desfavorable e incapacitante en su evolución natural.
Los tratamientos disponibles actualmente han demostrado
mejorar la calidad de vida y han permitido acercarnos a la remisión de
la sintomatología en la mayoría de los pacientes.
Los nuevos tratamientos biológicos están empezando a
demostrar una mejoría en la evolución de la enfermedad, con una menor
progresión de la anquilosis ósea.
Cuando tratamos a un paciente con una artritis, nuestra principal
preocupación es conseguir la remisión de la clínica, mejorando su
calidad de vida y su capacidad funcional previa en el menor tiempo
posible. En muchas artritis idiopáticas sólo se conseguirá mantener una
«baja actividad», con un mínimo impacto sobre la vida del paciente y
tratamientos prolongados (habitualmente de por vida).
En función de los aspectos sociolaborales del paciente, esta mínima
actividad puede repercutir significativamente en su capacidad funcional,
aunque quedará por saber cómo le va a afectar en un futuro.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad de inicio
relativamente precoz en la vida del paciente (adulto joven, de 30-45
años), de evolución crónica, sin cura conocida, que conduce, si no se
realiza un tratamiento efectivo y rápido, a la anquilosis ósea, lo que
conllevaría una disminución irreversible del rango de movilidad
articular en las zonas afectadas, sobre todo el raquis y las caderas.
El tratamiento continuado con antiinflamatorios no esteroideos (AINE)
ha demostrado ser un factor protector frente a la aparición de
anquilosis ósea, pero no muestra una buena adherencia (hemos de
considerar tratamientos con dosis completas durante años), por lo que
puede ser poco útil en la práctica clínica habitual.
Los agentes biológicos, especialmente el antifactor de necrosis tumoral alfa (TNF&alpha,
han mejorado de forma espectacular el primer objetivo en muchas
artritis, incluida la espondilitis anquilosante, consiguiendo una
remisión casi completa en la mayoría de los casos; esta remisión permite
suspender los AINE en muchos pacientes, manteniendo el tratamiento con
anti-TNF durante largos periodos.
Estos fármacos conducen a una disminución a los focos inflamatorios
visibles en la resonancia magnética de los márgenes vertebrales, donde
se inician los sindesmofitos, por lo que es previsible suponer que
frenen la formación de anquilosis ósea, pero hasta el momento la
evidencia en este sentido era muy débil.
Los autores del trabajo
comentado analizan a 432 pacientes con espondilitis anquilosante
seguidos durante 2 años, valorando la progresión mediante el uso de
instrumentos habituales en este tipo de estudios (unidades mASASSS
[¿?]), y analizando el efecto del tratamiento con anti-TNF, así como
otros factores que podrían influir en la progresión (uso de AINE,
tabaquismo, sexo, presencia del antígeno HLA-B27 e índice de masa
corporal [IMC]).
El conjunto de pacientes progresó en 1,8 unidades en los 2 años, por
lo que los autores consideran como criterio clínicamente relevante
obtener una progresión menor de 2 unidades mASASSS.
El uso de AINE, el tabaquismo, el sexo o la presencia del HLA-B27 no se asociaron con diferencias en la progresión radiográfica.
Un mayor IMC era un factor asociado a un mayor deterioro radiográfico.
El uso de anti-TNF durante el periodo de seguimiento disminuyó en un
50% la probabilidad de aumentar en 2 unidades la puntuación mASASSS
(Odds ratio= 0,52; p= 0,002).
Este trabajo no introduce el tratamiento mediante aleatorización,
sino en condiciones de práctica clínica habitual, aunque podemos suponer
que este sesgo no invalida sus conclusiones, dado que los anti-TNF se
usarán en los pacientes con más actividad, que son los que presentan más
riesgo de desarrollar lesiones radiográficas. Los autores comentan que
existe una asociación entre la reducción de la actividad clínica y la
reducción de la progresión radiográfica.
Se han considerado de forma global los distintos anti-TNF; sin
embargo, diferentes fármacos pueden tener distinto efecto. Esta
limitación no invalida los resultados, pero se requerirán estudios
específicos para los diferentes tratamientos, así como para los nuevos
agentes biológicos empleados en el tratamiento de la espondilitis
anquilosante.
El tratamiento con agentes biológicos puede ser más eficaz cuando se
inicia precozmente, antes de la aparición de las lesiones óseas
irreversibles. Conseguir diagnosticar y tratar adecuadamente a los
pacientes con artritis inflamatorias, manteniendo un estrecho control,
es actualmente un reto para el sistema público de salud y para cada
clínico en particular.
Además del tratamiento adecuado, debemos seguir insistiendo en que
los pacientes adopten un estilo de vida saludable, y aunque este trabajo
no muestra una asociación entre el tabaquismo y las lesiones óseas (lo
que en ningún caso invalida que las enfermedades cardiovasculares sean
la principal causa de mortalidad en estos pacientes respecto a la
población general), sí se observa una asociación relevante con un IMC
elevado.
Fuente: sietediasmedicos.com
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